ALGUNOS TEXTOS

José Caballero, antes y ahora

 

José María Moreno Galván

 

    Siempre que las circunstancias suscitan el nombre de José Caballero, sentimos la necesidad –o por lo menos yo siento la necesidad-de situarlo históricamente en el contexto general de la pintura española. Es que al considerar el arte inmediatamente superior a esa fecha clave de nuestra Historia nacional, 1936, no se puede evitar la consideración sobre el nacimiento de nuestra vanguardia. Y aunque Caballero fue muy precoz en su llegada a las artes, con todo, no tuvo tiempo de estar presente en los primeros atisbos de nuestra primera vanguardia interior -que tiene lugar alrededor de 1920, como pudo verse en la magnífica exposición de "Multitud" - y ni siquiera pudo formar parte de la gran exposición de "Artistas Ibéricos" de 1935. Pues José Caballero había nacido en Huelva en 1915.

 

Ahora bien, si Caballero no pudo practicar en la vanguardia de "los años veinte", sí que participó, y de manera muy activa, en la de "los años treinta", gracias a una serie de felices circunstancias: a su precocidad para e! entendimiento de la pintura en general y de la vanguardia en particular, a su cercanía y amistad con muchos de los más grandes poetas hispánicos del momento -Federico García Lorca, Pablo Neruda Rafael Alberti, Miguel Hernández, etcétera. y, sobre todo, a haberse sabido beneficiar de ese fermento surrealista que el gran movimiento supo dejar aquí en aquellos años. En esa fecha máxima de nuestros "episodios nacionales" -1936-, José Caballero tenía veinte años. […]

 

[…] Yo diría que toda aquella gente de nuestra primera vanguardia -la gente que aceptó el surrealismo pero que, también, realizaron las aventuras patrióticas de La Barraca y de Misiones Pedagógicas- desarrollaron en España un entusiasmo patriótico y civil, al que no dudaré en llamar "republicano". Entre esa gente estaba José Caballero.

 

Yo alcancé a conocer al Caballero que aún tenía fermentos surrealistas, aun cuando ya muy rebajados. Recuerdo que hace treinta años, Caballero, que ya estaba a punto de abrazar el camino de "la abstracción", justificaba su próximo paso hablando de la necesidad de un arte sin literatura... Yo, que sabía lo que él iba a tener que sacrificar para llegar a eso, trataba de salvar algo de lo salvable, argumentando que el elemento literario, si lo tiene, de toda pintura, también es un elemento real, digno de tener en cuenta…

 

Pero, en realidad, la cuestión estaba mucho más allá de toda argumentación. Lo que pasaba es que Caballero era fundamentalmente un pintor, que sus argumentos personales eran rigurosamente pictoricistas y que ya había agotado los argumentos literarios que sus amigos los poetas le habían proporcionado. Por esa razón fue un "pintor abstracto". […]

 

 

Revista Triunfo, Madrid, mayo de 1975 y en el catalogo de su exposición retrospectiva en la  Galería  Nacional de Sofia, (Bulgaria) en 1979.

 

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